Existen dos tipos de fondos de dividendos: los de reparto, que entregan al partícipe de forma periódica el dividendo como si se tratara de una renta, y los de acumulación, que son los más comunes. Es este último caso, los productos no distribuyen el dividendo recibido entre sus partícipes, sino que los gestores los reinvierten, con el objetivo de aumentar el valor de la participación y la rentabilidad generada. Muchos fondos tienen clases de reparto o acumulación entre las que el partícipe puede elegir en función de su estrategia personal.
«Entre ambas opciones preferimos los fondos de dividendos de acumulación ya que con cada dividendo cobrado se tributa, y por ese motivo consideramos mejor una estrategia de fondos de acumulación y reembolsos periódicos«, dice Miguel Pérez, analista de Soluciones de Inversión de atl Capital.
Otro de los aspectos que conviene definir es el alcance geográfico de la inversión y, en este sentido, los profesionales se inclinan preferentemente por los fondos globales. «Las estrategias globales son acordes para la temática y dotan de una mayor diversificación al fondo», sostiene Pérez.